Pablo.

“Quería que el espejo me devolviera una imagen más parecida a quien era con pelo, pero sin exagerar y de una forma muy natural”


Los 50 años de nuestra época son, por fortuna, una edad en la que se alcanza la madurez pero se vive una segunda juventud. Pablo, prejubilado después de una vida de intenso trabajo, quiere vivir esa época de forma intensa y sentirse por fuera igual que por dentro: lleno de proyectos y de vitalidad.

En su caso, una alopecia androgenética de tipo Hamilton y grado IV, muy común en hombres de su edad, le apartaba de la imagen que le devolvían sus fotografías de años atrás. No en vano el pelo es uno de los elementos que más rápido avejentan el aspecto de las personas.

Pablo era muy consciente de sus objetivos: quería verse mejor y recuperar su imagen pero sin buscar un cambio excesivo que resultase poco natural. No quería pasar de tener poco pelo a lucir una mata de cabello propia de un veinteañero.

Nueve meses después de decidirse a realizarse un microinjerto, Pablo ha recuperado su imagen y su rostro transmite por sí mismo cómo se siente. 

 

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